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Terminal Universo-555 Terminal


!Libre! El Recluta Broudsey logró escapar de los escombros que lo habían mantenido atrapado durante días y días, pero Héctor ha muerto, y ahora Broudsey tendrá que arreglarselas solo.

Episodio 8 – 10 de abril, 2564[]

4: 33 PM – Exterior de las ruinas[]

Broudsey se quedó un rato observando el paisaje, sin pensar en su seguridad. Reparó en que del otro lado del campamento abandonado había un pedazo de jardín que se había salvado. Se acercó, trepó una pequeña cerca y penetró en el jardín. Encontró algunas cebollas, dos lechugas y varias zanahorias., se apoderó de todo ello y comenzó a andar hacia Putney. Llegó a una pequeña corriente de agua, tomó un gran trago y se comió algunas zanahorias. Cuando acabó, siguió andando hacia Putney. Encontró una pareja de perros, pero escaparon cuando Broudsey les habló. Broudsey encontró dos esqueletos humanos (no cadáveres, esqueletos sin nada de carne) y con la calavera de una oveja. Creyó que la especia humana había sido barrida de Ryloth, y que él era el único superviviente. En lo alto de una colina que esta cerca de Putney encontró un cadáver humano, cuyos brazos arrancados estaban a varios metros del cuerpo.

Recluta Broudsey: Subiré hasta la colina. Si no estoy viendo mal, hay un hotel allá arriba. Podré dormir allí.

5:12 PM – Colina de Putney[]

Broudsey logró subir a la colina, y tuvo la sensación extraña de que alguien lo vigilaba. Volteó y vio que algo se escondía entre unos matorrales. Se acercó a él, era un hombre armado de un cuchillo. Tenía la cara sucia, el pelo largo, una gran cicatriz y hundidas las facciones, así que Broudsey no lo reconoció al inicio.

¡Alto! – Exclamó el desconocido cuando Broudsey se acercó – ¿A dónde va usted?

Recluta Broudsey: Vengo del este de Putney. He estado encerrado al lado de un campamento Pony y he logrado escaparme.

No hay nada que comer por aquí – dijo el desconocido – Todo esto me pertenece.

Recluta Broudsey: No deseo permanecer por aquí. Creo que iré a Zonari, ya que allí había un cuartel de la Naval.

¿Es usted el Recluta Broudsey? ¿Y no lo mataron en Lindalino? – preguntó el desconocido.

Recluta Broudsey: ¡Y usted es el Teniente Marvin!

Teniente Marvin: ¡Que suerte! ¡Tenemos suerte…! ¡Pensé que usted había muerto!

Broudsey y Marvin se saludaron de mano.

Teniente Marvin: Yo me he salvado escapándome por una alcantarilla. Después de lo de Lindalino me regrese hacia Zonari. Vamos hacia esos matorrales para hablar.

Broudsey y Marvin caminaron hacia los matorrales, agachándose allí.

Recluta Broudsey: ¿Ha visto usted a los Ponys? Desde que he salido de mí encierro…

Teniente Marvin: Están al otro lado de Lindalino. Supongo que habrán hecho allí un campamento más grande. Por la noche, se les ve. Pero a la luz del día desaparecen. No los he visto desde hace cinco días.

Recluta Broudsey: ¿Y que noticias hay acerca de la batalla en el resto del planeta?

Teniente Marvin: Hace poco intercepté varias transmisiones. Parece que la batalla está perdida. Los sobrevivientes restantes se han ido del planeta. Estamos solos aquí. Todo se ha acabado.

Recluta Broudsey: ¿Y que nos pasará a nosotros?

Teniente Marvin: ¡Eso es lo que yo me pregunto! Después de lo de Lindalino me vine hacia acá, perplejo. Todo el mundo daba gritos y se agitaba. Pero a mí no me gusta gritar. He visto la muerte de cerca una o dos veces. No soy soldado de puro adorno. Cambiando de tema, aquí hay provisiones por todas partes. Montones de cosas, vinos, alcoholes, aguas minerales. Y las tuberías y alcantarillas están huecas. Pero le iba diciendo lo que yo pensaba, ¡y a otra cosa! Ahora los Ponys nos matan como quieren. El otro día vi a uno que demolía las casas. Pero ya se cansaran de eso.

Recluta Broudsey: Y si eso es cierto ¿para que vivir?

Teniente Marvin: Durante un millón o dos de años no volverá a haber conciertos. SI lo que busca es diversión, la comedia ha terminado.

Recluta Broudsey: Aún nos queda la Tierra. Además, tenemos muchas otras colonias de las que no se han dado cuenta.

Teniente Marvin: Caerán como esta.

Recluta Broudsey: Querrá usted decir…

Teniente Marvin: Quiero decir que los hombres como yo viviremos para conservar la especie. Le juro a usted que estoy dispuesto a vivir. Yo no corro a ciegas.

Recluta Broudsey: ¡No querrá usted decir!

Teniente Marvin: ¡Sí, allá voy! ¡Bajo tierra! Ya lo he resuelto. Tenemos que aprender muchas cosas antes de que podamos medir nuestras fuerzas con la suyas. Y mientras lo hacemos tenemos que vivir y conservas nuestra independencia. ¿Comprende usted?

Recluta Broudsey: ¡Demonios…! ¡Usted es un hombre!

Teniente Marvin: ¿Qué tal? ¿Le parece bien pensado?

Recluta Broudsey: Continúe.

Teniente Marvin: Todos ésos, toda esa gente que vivía en esas casas, todos esos malditos oficinistas que vivían de ese modo, no sirven para nada. Carecen de valor, de sueños vigorosos y de enérgicos deseos, y, ¡Dios mío…! , ¿Para qué sirve un hombre que carezca de esas cosas sino para temblar y esconderse? Todas las mañanas se encaminaban a su trabajo, con el bocado en la boca, corriendo a todo escape para no perder el tren o autobús, temerosos de ser despedidos si no llegaban a tiempo. Por la tarde se volvían con el mismo paso y se encerraban es casa por miedo a las cales solitarias. Contrataban paquetes de compañías de seguros y ahorraban en previsión de enfermedades. Pues para estas gentes serán los Ponys una bendición: jaulas bonitas y espaciosas, crianza esmerada, alimento y ausencia de preocupación. ¡Y entonces la raza humana será degradada! ¿Y los borrachos? ¿Y los jugadores? Pues en ellos ira a refugiarse la religión. Hay gentes gordas y estúpidas que aceptarán las cosas como vengan, y muchas otras que no se atreverán a hacer nada aunque se den cuenta de como están las cosas. Pero esos inútiles terminan por hacer una religión del No Hacer Nada, y se someten a lo que sea. Es la energía vuelta al revés por una ráfaga de miedo. Es lo mas probable que los Ponys tengan sus favoritos entre esa gente, que les enseñen a hacer monadas… ¡sabe Dios…! Y a otros les enseñaran ¡a cazarnos!

Recluta Broudsey: ¡NO! ¡Eso es imposible…! ¡Ningún ser humano se atrevería a….!

Teniente Marvin: ¿Por qué hemos de repetir eternamente tantas tonterías? Hay hombres que nos cazaran gustosos. ¡Es tonto pretender lo contrario! ¡Serán como cazarrecompensas!

Recluta Broudsey: ¿Y qué hace usted? ¿Cuál es su plan?

Teniente Marvin: ¡Pues bien... este es mi plan! Tenemos que inventar un género de vida en la que puedan vivir los hombres. Los domesticados se pondrán como todos los animales domésticos. Dentro de pocas generaciones serán gordos, hermosos, de sangre rica y estúpidos ¡BASURA! El peligro de los que conserven la libertad es volverse salvajes, de degenerarnos. Por eso digo que habremos de vivir bajo tierra. He pensado en las alcantarillas. Los que no las conocen se figuran que son horribles, pero bajo Ryloth hay kilómetros y kilómetros que en cuanto llueva se limpiaran. Y desde los sótanos y almacenes se pueden abrir pasos fáciles de cerrar. Y así hacemos un grupo de hombres vigorosos e inteligentes, por que nov amos a reunir a todos los incapaces que quieran agregársenos… ¡Fuera los débiles!

Recluta Broudsey: ¿Es lo que quería hacer usted conmigo antes de reconocerme?

Teniente Marvin: le diré… yo pensaba…

Recluta Broudsey: Bueno, no hemos de discutir por eso, continúe.

Teniente Marvin: Los que vengan con nosotros tendrán que obedecer. También necesitamos mujeres vigorosas e inteligentes: madres y maestras. ¡Nada de señoritas quejumbrosas que pongan los ojos en blanco! No queremos idiotas ni incapaces. La vida vuelve a ser natural y los inútiles, los engorrosos y los malos tienen que morir. Tienen que morir. Deberían morirse de buena voluntad. Después de todo es una traición vivir para dañar la raza. Y no pueden ser felices. Nos reuniremos en muchos lugares. Ryloth será nuestro planeta. Y así salvaremos la raza, pero no es nada mas salvar la raza, lo que hace falta es aumentar nuestro saber. Prepararemos locales especiales en sitios muy profundos y allí llevaremos todos los libros que podamos. Pero nada de novelas ni de versos, sino ideas, libros de ciencia. Después de todo es posible que no necesitemos aprender gran cosa. Imagine usted cinco o seis Scarabs, con torretas de plasma a izquierda y derecha, pero no manejadas por Ponys, sino por hombres que hayan aprendido a manejarlas.

Recluta Broudsey: Mucho hemos hablado en estos matorrales.

Teniente Marvin: Tiene usted toda la razón. Corramos a la casa de la colina, mi guarida.

7:43 PM – Guarida de Marvin[]

Cuando Broudsey y Marvin vio el trabajo de una semana de Marvin, comenzó a pensar en la distancia que había entre sus sueños y sus obras. Marvin apenas había hecho un agujero de 10 metros, que había que alargar. Sin embargo, Broudsey trabajó a pesar de todas las ideas que se le ocurrían.

Teniente Marvin: Mucho trabajamos. ¿Por qué no hemos de descansar un rato…? Detengámonos. Además ya es hora de que examinemos desde el tejado lo que ocurre afuera.

Recluta Broudsey: Yo prefiero seguir trabajando.

Teniente Marvin: Tiene razón.

Recluta Broudsey: Espere. ¿Por qué se hallaba en a pradera en vez de trabajar aquí cuando nos encontramos?

Teniente Marvin: Estaba tomando el aire; iba a volver en ese momento.

Recluta Broudsey: ¿Y el trabajo?

Teniente Marvin: ¡Ah…! ¡No se puede trabajar siempre!

Recluta Broudsey: Ah, de acuerdo. (Pensando) Lo que sucede es que eres un maldito flojo.

Teniente Marvin: Deberíamos hacer un reconocimiento.

Broudsey no se sentía dispuesto a discutir. Subieron juntos y exploraron los alrededores desde una escalera que daba al tejado. Marvin comenzó a hablar de las gentes que quedaban en Lindalino.

Teniente Marvin: Una noche de la semana pasada lograron algunos imbéciles hacer funcionar la luz eléctrica en el circo. Pronto acudió a la luz una muchedumbre de vagabundos borrachos harapientos, hombres y mujeres, que estuvieron bailando y gritando hasta el alba. Me lo ha contado un hombre que los vió. Al hacerse de día, repararon en un Scarab Pony, que los observaba curiosamente. ¡Dios sabe el tiempo que llevaba allí! Echo a andar entre las gentes y los Ponys se llevaron un centenar de las que no corrieron de puro espantadas.

Después de un rato Broudsey y Marvin se volvieron al sótano. Le entró de pronto la generosidad y fueron por tabacos.

Teniente Marvin: Hay champaña en la cueva.

Recluta Broudsey: Mejor trabajaremos con este vinillo.

Teniente Marvin: No. ¡Usted es hoy mi huésped! ¡Champaña! ¡Santo Dios…! No podemos hacerlo todo en un día. Descansemos un poco y reparemos fuerzas, ahora que nadie nos apura. ¡Mire usted cómo tengo las manos!

Firme en su propósito de descansar, Marvin y Broudsey jugaron a los naipes. Jugaron, y después de repartirse Lindalino usando Marvin la orilla derecha y Broudsey la izquierda, comenzaron a jugarse los hoteles. ¡Extraño espíritu el del hombre! La especie entera estaba bajo el riesgo de ser exterminada o degradada, y ellos se entretenían con esos pedazos de cartón pintado. Continuaron fumando. Broudsey cogió un tabaco y subió al techo para ver la ciudad.

9:43 PM - Techo[]

Broudsey subió al techo y se quedó mirando la ciudad. Anochecía. Pensó en lo que había vivido, desde los muertos que vió en la ciudad, hasta los estúpidos juegos de naipes. Sintió violento desprecio hacia si mismo y arrojó el cigarro con el gesto de quien se desprende de algo dañino.

Recluta Broudsey: ¡Soy un tonto! ¡Como he podido estar tan alegre en el día, sabiendo lo que pasa en Ryloth! ¡Soy un traidor a la humanidad! Abandonaré a su glotonería y a su embriaguez a ese loco y extraño soñador de cosas grandes, y me iré solo a Lindalino. Allí podré saber que hay de nuevo con los Ponys y los humanos.

Mientras Broudsey pensaba en esto, salió la luna.

(Fin del episodio)

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